![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsxzCLCEUpBktFZLwTorJqWZG9iJmI4hz_IYvm-60T_07sF3Ua7sncreHArOGR9c_5cINZUhyphenhyphen39fGlOY_f9o5yZXVB2fd5TZqNKPO8siUlbkf1ayx6vP3oZqiDPGisArWR_hKf3ztaNlRO/s320/972499873_img.jpg)
Tú no eres nadie.
Pareces
una conciencia:
la suma de representaciones pasadas o actuales
que quizá te permitan obtener con esfuerzo
alguna imagen de ti misma. Ignoro con qué objeto.
Pero no, no eres nadie, ni siquiera
un desastre glorioso, una desolación,
o una inocente víctima.
Entiéndelo, mi amor, y olvida.
Olvida para siempre los disfraces,
el de conciencia o el de viuda.
Yo te escribo
porque tampoco tengo muchos rasgos
y aunque me gustaría ser Claudia,
sé que soy como tú.
Recorro los pasillos
de las casas igual que tú.
Vigilo los teléfonos con la misma intensidad sospechosa con la que tú los miras.
Tampoco quiero a nadie, aunque estos días de finales de octubre
puedo fingir cierta pasión y disfrazarme,
como tú,
de amante y hablar,
igual que tú,
de mi conciencia.
Pero en realidad soy como tú; es decir
nadie, nadie, nadie. Quien diga lo contrario,
no me quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario