domingo, 24 de octubre de 2010

Merecido Homenaje a Enrique Verástegui

Fotografía: Enrique Verástegui


En el marco de la 31ª Feria del Libro Ricardo Palma, la Cámara Peruana del Libro (CPL) ofrecerá este martes 26 de octubre del 2010, a las 19 horas, un homenaje literario al poeta peruano Enrique Verástegui, fundador del Movimiento Hora Zero y ganador de la prestigiosa beca de la Fundación Guggenheim.

Como parte de este homenaje, los pasadizos de la feria llevarán los nombres de algunas de sus obras literarias: En los extramuros del mundo, Monte de Goce, Angelus Novus y El Motor del deseo.

El homenaje, a realizarse en el anfiteatro Chabuca Granda del Parque Kennedy de Miraflores, contará con la presencia del escritor y periodista peruano Maynor Freyre; el poeta Tulio Mora, el psiquiatra y psiconalista Jaime Arias; y el presidente de la Cámara Peruana del Libro, Jaime Carbajal.

Enrique Verástegui Peláez nació el 24 de abril de 1950 en Lima, pero se crió en la vecina ciudad de San Vicente de Cañete, de donde volvió para proseguir sus estudios de economía, administración de empresas y contabilidad en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Allí publicó su primer libro: En los extramuros del mundo, que recibió el reconocimiento de la crítica especializada y del público lector en Perú y toda América Latina.

Al recibir el reconocimiento, Verástegui decide dedicarse a la escritura de un solo libro, un solo poema, el que tituló Ética: Libro de la sabiduría, que concluiría con felicidad algunas décadas después. En 1976, obtiene la prestigiosa beca Guggenheim, lo que le permite viajar a Barcelona, Menorca, en las islas Baleares, y París, donde escribe su libro El motor del deseo: Dialéctica y trabajo poético.


Mi poema favorito de Enrique Verástegui

DATZIBAO

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados de ir caminando con la mente y las manos repletas de yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí - y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

(De En los Extramuros del Mundo)

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